La lingüística y el abuso sexual infantil
- Susana Díaz

- 9 jun 2024
- 8 Min. de lectura
Actualizado: 16 abr

Nuestra forma de hablar y el idioma que hablemos condiciona nuestro entendimiento de la realidad. Cuanto más compleja y rica sea la lengua que hablemos, mayor será el desarrollo cognitivo experimentado. Ahí radica la importancia del español, que posee una riqueza lingüística sin igual. Aun así, los propios hispanohablantes no parecemos prestar demasiada atención a nuestro idioma, y lo denostamos en favor de otros lenguajes más simples e insignificantes. Antes de ser psicóloga fui lingüista y hoy les quiero hablar del mal uso que hacemos del español en lo concerniente al abuso sexual infantil, que es mi área de experiencia en psicología.
Empezaré hablando sobre el sustantivo abuso, que ha quedado deformado a causa de la nefasta influencia anglosajona. Por supuesto que la palabra abuso ya existía en español, probablemente antes de que se creara el término en inglés, pero la forma en que lo usamos hoy es una mala copia de aquel. Hablemos de abuse, en inglés, para entender esto: abuse es un término paraguas que usan los anglosajones para denominar los diferentes tipos de violencias o malos tratos. Por ejemplo, para denominar el maltrato físico en inglés se utiliza physical abuse, literalmente, "abuso físico". Para denominar el maltrato psicológico se utiliza psychological abuse, literalmente, "abuso psicológico". Y finalmente, sexual abuse para abuso sexual.
En términos prácticos, la importancia de usar bien el término abuso radica en que, para nosotros, hablar de "abuso" significa hablar de algo específico, tiene una connotación de violencia sexual, sin embargo, abuse, en inglés, puede referirse también a maltrato. "Maltrato" es el término que nosotros utilizamos cuando queremos hablar de violencias físicas o psicológicas, y es lógico que así sea. La diferencia que marcamos en el lenguaje español entre los sustantivos maltrato y abuso es una representación lingüística de la diferencia cognitiva entre estos dos tipos de violencia, porque no son iguales: la violencia sexual es el tipo de violencia que deja una mayor huella traumática (Crespo, et al., 2020). Cognitivamente hablando nosotros ya sabemos eso, y así lo reflejamos en el idioma. En ese sentido, intentar comparar estas dos violencias o incluso estudiarlas juntas, como si fueran equivalentes, es tan erróneo como decir "abuso físico" o "abuso verbal".
Y digamos que, si alguien hablara en términos de "abuso físico", como se hace ya extensamente en Hispanoamérica, entenderíamos a qué se refiere, lo que no significa que sea correcto; que un término se comprenda no significa que tengamos que tolerarlo y adoptarlo. Aquí es donde entra en juego la riqueza del español de la que hablamos. Si queremos aumentar el número de sinónimos que usamos para referirnos a algo, hagámoslo, pero desde el español y con la lógica de la lingüística española. No tenemos por qué adaptarnos a la forma de hablar de otros idiomas. Muy al contrario, debería ser el español el que marcarse la pauta, por ser el idioma más rico y complejo.

Con respecto al verbo abusar ya es evidente para todo el mundo que seguimos la fórmula anglosajona para conjugarlo incluso en español, usándolo en participio en expresiones en pasiva como "ser abusado", copia literal del inglés to be abused. Esto es algo que en inglés tiene mucho sentido puesto que en este idioma se utiliza la pasiva de una forma mucho más generalizada que en el español. Sin embargo, el empleo de la pasiva en español solo es posible con verbos transitivos, y el verbo abusar se construye como intransitivo seguido de la preposición "de". En pocas palabras y para hacerme entender: no se dice "abusar a", sino "abusar de". Es decir: "La persona X abusó de Y", y no "La persona Y fue abusada por X". Miren este otro ejemplo para que quede más claro:
"Estás abusando de mi paciencia".
Frente a:
"Estás abusando a mi paciencia".
¿Cuál de las dos expresiones le parece correcta?
Estamos tan acostumbrados a hablar mal que cuando alguien habla bien nos choca. Quizás al lector le esté ocurriendo esto ahora mismo, y es que, incluso en los textos académicos sufrimos este tipo de expresiones. De forma sistemática vemos en la literatura especializada sobre la violencia sexual en la infancia que se usan términos como "niños abusados", "abusaron a unos niños", etc. Y hablamos de textos creados por académicos expertos en ASI. Uno querría pensar que el académico conoce su idioma, sin embargo, observamos que en la mayoría de las ocasiones, a pesar de la riqueza del español, su lengua nativa, estos expertos se limitan a traducir términos del inglés de una forma tan básica y simplona que el resultado es patético, como en estos ejemplos. Si el lector se pregunta cómo decir "niños abusados" de forma correcta, pruebe a decir: "niños que sufrieron abusos", "niños víctimas de abusos", "se abusó/alguien abusó de esos niños", etc. Y en lugar de decir "abusaron a unos niños" o "me abusaron", pruebe a decir: "abusaron de unos niños" o "abusaron de mí".
Pasemos al pseudoadjetivo "abusador", horrendo derivado directo del inglés abuser, traducido de forma literal, como si no supiéramos hacerlo mejor… De la misma forma que el sustantivo abuse, el adjetivo abuser no se refiere solamente a la persona que abusa sexualmente de menores, sino que es un término paraguas que se usa para englobar a múltiples tipos de perpetradores. Los anglosajones pueden usar abuser para denominar a un pederasta, pero lo usan igualmente para un padre negligente. Para denominar a un maltratador también pueden usar abuser, como en physical abuser ―aunque existe el término batterer, literalmente, maltratador―. En general, en un discurso académico en inglés podemos oír hablar de abuser sin saber muy bien a qué tipo de violencia se están refiriendo.
En resumen, el idioma anglosajón engloba a todos los tipos de victimarios en el mismo término. Pero entendemos que no es lo mismo ser víctima de violencia sexual que ser víctima de negligencias parentales, y por eso el español marca la diferencia lingüística entre estos. Y no pretendo quitarle hierro a ningún tipo de delito o maltrato, pero sí es importante entender que la violencia sexual es un tipo de violencia muy particular que no se parece a ninguna otra, sobre todo cuando se comete contra la infancia. En el idioma español nos sobran términos para denominar a los diferentes perpetradores, y puesto que el lenguaje marca la forma en que las personas pensamos, es importante usar bien los términos para no caer en generalizaciones que no ayuden a las víctimas. No es lo mismo un padre negligente, que un maltratador, que un violador. En ese sentido, en el idioma español lo tenemos claro.
De nuevo, se entiende que en la América española se utilicen estos términos de forma natural debido a la gran influencia que tienen allí los Estados Unidos y el inglés. Esto es comprensible, pero, en mi opinión, no deberíamos copiar una forma de hablar incorrecta que deriva de otro idioma y de otro país en donde las cosas se entienden de una forma diferente. El lenguaje no es solamente una forma de expresar ideas, sino que "es" la idea misma. De ahí la importancia de utilizarlo correctamente, para poder expresar las ideas de la forma más certera y precisa.
Parece lógico que el término más correcto en español para hablar de un individuo que comete el delito de la pederastia sea "pederasta". Sin embargo, sorprende la frecuencia casi nula de su uso en la literatura sobre el abuso. Cuando uno se atreve a sacar el tema sobre la nomenclatura en referencia a los delincuentes sexuales, se encuentra con explicaciones insustanciales sobre la falta de definición de lo que es el abuso y, por lo tanto, una falta de acuerdo entre los nombres más apropiados para los individuos que cometen estos delitos. Supongo que de ahí deriva la transigencia con el palabro abusador. Pero yo no comparto la confusión con estos colegas psicólogos, y como me sobran elocuencia y descaro, me permito el lujo de utilizar los adjetivos que yo considere más oportunos, porque el idioma español me lo permite. Por ejemplo, otros adjetivos que podemos utilizar al hablar del pederasta serían perpetrador, victimario, agresor sexual, delincuente sexual o, si queremos ir más lejos, podemos incluso utilizar el término violador de menores, puesto que sabemos que en la mayoría de los casos el abuso termina en violación, y el que viola, es violador. Cualquier cosa menos "abusador" .
Y ya que hablamos de nomenclaturas, hablemos de la diferencia entre pedófilo y pederasta, porque parece que no queda claro ni siquiera entre colegas psicólogos, que hablan y escriben sobre pedófilos cuando en realidad quieren decir pederastas, y no es lo mismo. El pedófilo es aquel agresor sexual que se siente atraído por la imagen de los menores; consumen material de abuso sexual infantil y se estimulan sexualmente observando a niños, pero no cometen abuso contra ellos; no los tocan. El pederasta, sin embargo, es aquel agresor sexual que sí lleva a cabo el abuso; es posible que también consuma material de abuso, pero lo que más le interesa es abusar físicamente de los menores, es decir, tocar y violar.
Esta confusión también se la debemos a la injerencia de la lengua inglesa sobre nuestro idioma. El término más usado en el mundo anglosajón para denominar al pederasta sería pedophile, que representa lingüísticamente lo que en traducción se llamaría un false friend, esto es, una expresión que a primera vista puede parecer que significa lo mismo en inglés y en español, pero que en realidad describe a entes diferentes. Así, pedophile en inglés sería lo que nosotros llamamos un pederasta en español. En realidad, en el idioma inglés la palabra pederasta también existe, es pederast, pero parece que la mayoría de los expertos anglosajones no la usan, probablemente porque no la conocen. Es decir, estamos copiando la forma de hablar de alguien que no sabe hablar.
En términos generales esto lo hacemos todos. La mayoría de las personas se limitan a copiar la forma de hablar de otros, sin reflexión ninguna sobre lo que están diciendo. Esto no es un problema en sí mismo, puesto que es así como aprendemos a hablar, pero podemos aprender bien o mal… Los hablantes captamos el significado de las palabras dentro de los contextos comunicativos en los que se engloban, por eso, cuando oímos un término que, aunque sea incorrecto, tiene un significado dentro del contexto en que aparece, lo adoptamos sin restricciones. Así, oímos hablar de pedophile, e inmediatamente lo traducimos literalmente como un término válido para nosotros, sin caer en la cuenta de que nuestro idioma es mucho más rico que eso y que estamos hablando de un tipo de agresor sexual diferente. Hemos adoptado términos prestados que nos ofrecen un significado (tomado con pinzas, en mi opinión), pero que no hace honor a la lengua que hablamos, y que vulgariza y desvirtúa el conocimiento que se desprende de él.
Los académicos y los expertos en esta materia, sobre todo aquellos que enseñan a otros, tienen una enorme responsabilidad sobre sus hombros. Responsabilidad que comienza con el uso correcto del lenguaje, que nos lleva al correcto uso de las ideas, a la correcta comprensión de la problemática, y finalmente a la búsqueda de soluciones auténticas que ayuden de verdad. Si hablamos del perpetrador del abuso sexual como de un "abusador", de alguna forma estamos ocultando que hablamos de un agresor sexual, esto es, de un violador, y que el término abuso esconde en realidad una violencia sexual escalofriante. Sería el equivalente a hablar de un terrorista como de un delincuente común, y del terrorismo como de un robo con violencia.
Es pertinente comenzar a hablar con propiedad, de forma que nos permita encarar el problema en toda su magnitud. Aquí no sufre solo el idioma, sufren sobre todo nuestros cerebros, a los que sometemos a una forma de entender el mundo que no refleja la realidad. En ese sentido, si no le plantamos cara a la realidad del abuso sexual infantil, no podremos ayudar a las víctimas.
Encontrarás esta información y mucho más en mi curso sobre abuso sexual infantil.
Susana Díaz
Psicóloga Forense Col. M33389


